- Hola… ¿Pao?
- ¿Qué hora es?
- Las ocho y cuarto, pero…
- ¡La puta que lo parió!
De un salto salgo de la cama y en diez minutos estamos las dos listas para salir. Solo falta un detalle: crédito en el teléfono para pedir taxi!! Nos aventuramos a la calle con la esperanza de enganchar uno de los cien millones de ellos que pasan por la puerta (cuando NO los necesitamos!) y comenzamos a caminar acortando el camino. Discutía con Nazarena que me cuestionaba en qué había gastado el poco crédito que me quedaba la tarde anterior cuando…PAF!! (otro PAF, no el hilarante partido político de las últimas elecciones fueguinas) Nachi plancha en el medio de la calle trayendo de regalo al levantarse un crostón de nieve embarrada sobre el topísimo pantalón rosa bebé. Vuelta a casa. Por suerte la luz de la cocina de la vecina ya está encendida y tomo la precaución de pedirle que me llame un taxi mientras cambio a Nazarena. Finalmente llego al yugo (40 minutos tarde!) Me toma un rato ponerme en órbita pero creo que casi no se nota. Salgo apurada tres horas más tarde para poder pasar por la farmacia, donde me entero que sólo la mitad de los remedios que me recetó el médico están en la cartilla de la obra social.¿La receta? No sirve. Hay que transcribirla en el formulario correspondiente. Bueh. De camino paso por la concesionaria para que me impriman TODAS las facturas impagas y ponerme al día con el puto auto que hace tres años estoy pagando. No funciona bien el sistema. Sólo me imprimen la última (que por supuesto me está esperando cagada de risa en el buzón cuando llego a casa). En la corrida al hospital aprovecho para llamar al * 111 y pagar el excedente de mi cuenta de teléfono para que me habiliten nuevamente la línea. Sorpresa. La última factura ya venció. Decido que no puedo esperar hasta el lunes y me dejo vacunar. Llego al hospital. Mi médico está en quirófano y lamentablemente “no hay nadie que me pueda transcribir la receta”. Renuncio. Paso a darle un beso a Pauli. Me habla pero sospecho que no la estoy escuchando. Salgo otra vez en el aire para pasar por el super y pagar la cuota del auto antes de pasar a buscar a Nachi por la escuela. Llego a la caja y caigo en la cuenta de que ese (¡justo ese!) trámite no se puede hacer por PAGO FÁCIL! Rezando un rosario de puteadas me teletransoporto a la escuela donde todos los chicos esperan el sorteo de una rifa que, por supuesto, no gano. Y no sólo eso. Al salir, me encuentro con que Nazarena se sacó el primer REGULAR de su escuela primaria (EGB o como carajo se llame!) Dispuesta a no mover un dedo más por el día de hoy, pasamos por la pizzería a comprar empanadas. Llegamos a casa y abro el paquete. No. No están quemadas. Fiuuu. Pero… qué colorada está la masa… Si. En lugar de las de jamón y queso me mandaron de carne. Buaaaaaaaaaa…
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